Por alguna razón, quizá sea genética, las personas con cocientes intelectuales muy altos, tienden a ser también excéntricos. Ese era el caso de Robert James “Bobby” Fischer, con un cociente intelectual de 180. Ganó el campeonato de ajedrez en 1972 al ruso Boris Spassky, convirtiéndose en héroe occidental de la Guerra Fría. A partir de ese momento proclamó su amor al dinero públicamente, se negó a defender su campeonato ante Anatoly Karpov, quien lo obtuvo sin mover una pieza y se exilió de los EU, peregrinando de un país a otro. Cuando ocurrió el 9-11, celebró el suceso, defendió siempre su teorías de juego y finalmente se estableció ne Islandia donde falleció el 17 de enero. Una figura controversial y enigmática, el tipo de figura que siempre encuentra la censura de los demás, pero defiende hasta el fin sus posiciones e ideas.
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